Rock
Argentina no fue inmune a la revolución cultural que significó el rock and roll como movimiento mundial. Desde inicios de los 60, los centros urbanos –Buenos Aires, Rosario, La Plata– fueron ávidos receptores del naciente género musical. Algo que caracterizó a este ingreso fue la rápida asimilación y transformación a partir de trazas locales.
Argentina no fue inmune a la revolución cultural que significó el rock and roll como movimiento mundial. Desde inicios de los 60, los centros urbanos –Buenos Aires, Rosario, La Plata– fueron ávidos receptores del naciente género musical. Algo que caracterizó a este ingreso fue la rápida asimilación y transformación a partir de trazas locales.
Los Gatos –grupo rosarino liderado por Lito Nebbia– fueron quienes “inauguraron” la composición local de canciones de rock. Su primer hit fue “La Balsa”, escrito por Tanguito. Otras agrupaciones se sumaron al escenario abierto: Almendra –con Luis Alberto Spinetta a la cabeza– y Manal –con Javier Martínez– iniciaron un hacer musical propio, basado en la música beat que se extendía mundialmente.
Ya a finales de la década del 60, otros solistas y sus agrupaciones fueron engrosando la lista y, a su vez, ampliando la gama de estilos y subgéneros: Pappo’s Blues, La Pesada del Rock and Roll, Arco Iris (fundado por Gustavo Santaolalla) y Vox Dei incorporaron elementos más duros en la textura sonora de la época.
Los 70 se iniciaron con el nacimiento de dos bandas antológicas, lideradas por quienes llegaron a ser los máximos referentes del rock argentino: Pescado Rabioso, de Luis A. Spinetta, y Sui Generis, dúo encabezado por Charly García junto a Nito Mestre. Pescado Rabioso, exponente de un rock más áspero, y Sui Generis, que amplió los horizontes con el rock acústico, fueron ejemplos de composiciones musicales renovadoras, acompañadas por letras poéticas.
Este período marca la entrada del rock nacional a cierta masividad, con la organización de conciertos en los cuales participaban varias bandas. El hecho paradigmático fue el recital despedida de Sui Generis en 1975, que convocó a una multitud de jóvenes.
La fuerte movilización política y la instauración de una cruenta dictadura militar a mediados de los ’70 significaron el momento de mayor resistencia y contracultura de la música joven. Así, grupos como La Máquina de hacer Pájaros y Serú Girán –ambos liderados por Charly García–, Invisible –de Luis Spinetta– y solistas como León Gieco, se convirtieron en referentes, no sólo por el compromiso social de sus letras, sino también por la renovación musical que introdujeron.
A principios de los ’80, el rock nacional sufrió un impulso proveniente de un hecho poco feliz: con la Guerra de Malvinas –en 1982–, el gobierno militar prohibió la música en inglés. Esto llevó a que las radios debieran difundir música en español, beneficiando a los artistas locales, como Lito Nebbia, Moris, Piero, León Giego y Miguel Cantilo.
Con la apertura democrática, en 1983, las manifestaciones artísticas volvieron a ocupar un lugar preponderante luego de años de censura y persecución. De esta manera, se produjo una explosión de bandas y solistas que, a través de sus letras, criticaron los años de violencia y advertían sobre los problemas sociales de la época. García y Spinetta continuaron a la cabeza del rock, generando composiciones únicas, que mezclan géneros y estilos. El grupo platense Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota –liderado por Carlos “Indio” Solari y Skay Beillinson– salió a la superficie con su rock más visceral y letras de alto lirismo y crítica social, pero también reconocido por no aparecer en los medios masivos de comunicación (hecho poco frecuente a nivel mundial) y editando sus propios discos. La música más “moderna” o bailable encontró en Virus, Los Abuelos de la Nada –formado por Miguel Abuelo y el joven Andrés Calamaro– y Los Twist una estimulante base. Otros grupos, como Los Fabulosos Cadillacs o Los Pericos, incursionaron en ritmos como el ska, el reggae y el dub. Los Violadores tomaron al punk. Y Riff, fundado por el genial guitarrista Pappo, se hizo cargo del rock más duro.
Esta década también vio nacer a dos grupos que harían historia: Soda Stereo y Sumo. El primero, un trío conformado por Gustavo Ceratti, Zeta Bosio y Charly Alberti, introdujo sonidos nuevos y una cuidada estética, que lo convirtieron en líder indiscutido de América Latina. Sumo, creado por el ítalo-inglés-argentino Luca Prodán, profundizó en sonoridades hasta ese momento desconocidas en Argentina, haciendo lo que muchos llaman el “mejor reggae” local. Con su separación, se formaron dos bandas que, hasta hoy, son guías indiscutidas: Divididos y Las Pelotas.
Durante estos años también apareció en escena un grupo de músicos de la ciudad de Rosario que renovaría la escena: Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré y Fito Paéz.
La época de masividad e industrialización puede situarse, en líneas generales, a partir de la década del ’90, cuando los mega recitales se institucionalizaron como eventos consagratorios para los músicos. A la popularidad de García, Páez, Spinetta, Calamaro, Los Redondos de Ricota y Soda Stereo, se sumaron bandas como: Los Piojos y Bersuit Vergarabat, centradas en la mixtura de sonidos rioplatenses y latinos; La Renga, con un rock más crudo y un inmenso poder de convocatoria; Viejas Locas, representante del llamado rock barrial; y Babasónicos, con su música más alternativa.